viernes, 16 de septiembre de 2011

Acordes de Elixir de Zeno and the Stoics (música de cabecera de Doctor Mateo)

Aquí un primer intento de sacar los acordes de esta espectacular canción, ya que no los he podido encontrar en ningún otro sitio.  Por supuesto, se reciben correcciones.

Intro: C9 - G - C9 - G - F

 C/G           F
When I fall asleep

  Am/C                           G
I dream on you close to me

      C/G                       F
I'm dreaming that i'm awake

             Am/C
as you are shining

                                        G
you're shining around the place,

                        C7 - F - Am7 - G(9)
all around the place

   C/G
I think of you

    F
I think we do

   Am/C
I dream of you,

      G                          C/G
I dream we do such a good pair,

              F            Am/C
such a good pair,

             G              C7 - F - Am7 - G(9)
such a good good pair

      C/G
you shine like thunder,

                        F
you break the sound that conforts

     Am/C                                     G
distrust your moments that fade away

          C/G
when losing something

        F   
can flow to nothing

     Am/C
to catch it one day

                       G
and who's to know

                      Dm
and who's to know

                                G
won't it make you stronger

                       Dm
and who's to know

                              G
won't it make you wise

                          C/G
you are such a good date

               F      Am/C
such a beauty...

              G         C/G - F - Am7 - G(9)
such a good girl..

            C/G
such a good pair..

              F             Am/C
such a good pair..

              G                C/G  
such a good, such a good pair..

miércoles, 7 de septiembre de 2011

¡Tengo miedo!

Últimamente me he dado cuenta que vivimos en un mundo de personas llenas de miedo.  Es raro, más aún cuando yo mismo me doy cuenta que hago parte de ese grupo de personas, es decir, que soy un miedoso. Vamos, un cagado. Lo que pasa es que me cuesta admitirlo.  Y, más allá del hecho de que solo esa idea torture mi Ego y mi orgullo, es que existe otro problema.  Veréis, parece que el cabrón – el miedo – tiene una facilidad para enmascararse y ponerse el antifaz de otras cosas.
Aunque ayer le pillé, por ejemplo, cuando le contestaba con mirada de dragón y fuego en la boca a una chica que pretendía hacer algo que yo no quería.  Y fue como una cadena de sucesos, porque luego recordé las discusiones con mi madre, las peleas con mi ex novia, los comentarios hirientes a mis amigos, el desprecio hacia los que no compartían mis ideas, el orgullo de no admitir que he cometido un error, y cosas por el estilo.  Es que el miedo es listo.  Se disfraza de orgullo, de prepotencia, de sentido de omnipotencia, obnubila la mente haciéndome creer un dios y, lo peor de todo, se auto-justifica: “Venga va, si tú eres así.  ¡Y así las cosas están bien chaval! Lo que pasa es que los demás están pirados, no te entienden.  Por eso hay que enviarlos a tomar por culo.  Haz hecho bien”.  Y uno se lo cree, año tras año.  Claro, año tras año está uno más infeliz, más vacío y más ansioso.  Claro, si es que al final lo que hecho es enviarme a mí mismo a tomar por culo en vez de a aquellos a los que yo creía que había enviado.
Pero en realidad, pensándolo bien, igual la chica tenía razón en lo que quería hacer.  Lo que pasa es que tenía un miedo acojonante a sentirme inferior que ella.  Y mi madre en realidad sí que quería lo mejor para mí, pero tenía pánico a ceder el control de mi vida.  Y mi ex novia tenía toda la razón cuando me decía que debería cambiar mi mala leche y mis prejuicios.  Claro, tenía pavor a entregarme y luego tener que sufrir una ruptura.  Además, “¿Y quién es está para venirme a decir – al “Gran Diego” – qué hacer y qué no? ¿Qué se habrá creído esta?”.  Y mis amigos sí que me apreciaban por lo que soy.  Pero tenía miedo a dejarles navegar en mi frágil Yo.  Es una mierda.  Porque al final había logrado defender “mi orgullo” con el daño colateral de sacrificar mi tranquilidad. 
Ahora no hay nada diferente, sigo siendo un cagado.  Pero, por lo menos, ahora soy un cagado consciente. Ahora me doy cuenta.  Antes no.  Ahora también parece que sé que, cuando salgo a la calle, todos somos unos cagados.  Por eso miramos distantes a las otras personas, no sonreímos, pasamos de dar un “buenos días” o un “gracias”, de ayudar a alguien sin esperar nada a cambio, de ser sinceros con nuestros amigos, de expresar cariño cuando queremos, de aceptar al que discrepa con nosotros.  Vivimos en una sociedad tan atemorizada y cada vez más sola que pasamos continuamente de nosotros mismos y, por ende, de la vida.  Esta, en cambio, se nos pierde en los fantasmas del pasado y en los sueños del futuro, se nos pierde en discusiones sin sentido, en odio, rencor, timidez, rechazo, cotilleos.  Se nos va el presente, la vida y todo lo bueno que pueda existir en ella.
Así que, más tarde, intentaré llamar a mi madre y a mi tía para saber cómo están. A la chica maja del Telepizza de los Sábados le invitaré a tomar un café el otro fin de semana.  Y a la chica que me contradijo y que se tuvo que aguantar la expresión nefasta de mis miedos e inseguridades igual le convenza que compartir una tila conmigo después de la comida sea una excusa, no para creer en ella, sino para empezar a creer en mí mismo.

Gracias por leerme.